Visto de cerca, el musgo se transforma en una densa y húmeda jungla, probablemente poblada por misteriosas y minúsculas criaturas que viven ajenas al mundo que se extiende más allá de su microcosmos. Adentrarse en su interior en un safari fotográfico creo que es algo reservado a los afortunados poseedores de un Canon MP-65.
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