Clase: Reptilia
Orden: Squamata
Familia: Viperidae
Género: Crotalus
Especie: Crotalus atrox Baird & Girard, 1853
Los vipéridos tienen la cabeza grande y con forma triangular debido a las abultadas glandulas de Duvernoy que presentan a los lados de la cabeza, y que son las encargadas de producir el veneno. Engloba a dos grandes grupos, que en opinión de algunos autores podrían considerarse familias diferentes, los Viperinae por un lado y los Crotalinae por el otro, que se diferencian por la presencia de fosetas loreales termosensibles.
Los Viperinae son las víboras, incluidas las tres especies ibéricas, y se distribuyen por Eurasia y Africa. Los Crotalinae son las serpientes de cascabel del Nuevo Mundo, aunque también hay algunas especies asiaticas.
Todas ellas presentan pupilas verticales adaptadas a la visión nocturna y generalmente son vivíparas, pariendo crías ya desarrolladas. Poseen evolucionado colmillos (ofidios solenoglifos) situados en la parte anterior de la boca con los que inyectan generosas dosis de veneno citotóxico y hemolítico, a diferencia de otras familias como las cobras que poseen venenos neurotóxicos. Esto hace que sus mordeduras puedan provocar lesiones muy graves, con necrosis local y gangrena en la zona afectada.
Tal vez por estar armadas y ser peligrosas, son mucho menos ágiles que otras serpientes y cuando huyen lo hacen sin prisa. Dado que su diseño suele ser críptico con el medio en el que se mueven, resultan dificiles de ver, lo que podría provocar que una persona o animal los pisara simplemente por no haberlos visto. Para evitar malentendidos y enfrentamientos innecesarios, los vipéridos advierten de su presencia mediante señales acústicas, agitando la cola y haciendo sonar el "cascabel" en el caso de los crotálidos, y silbando o bufando fuertemente en el caso de las víboras. Este hecho es especialmente interesante debido a que las serpientes son sordas y no pueden oir el sonido que producen.
Si el aviso disuasorio fracasa, la serpiente adopta una postura de defensa, aparenta ser más grande de lo que es, y bufa y amenaza de forma aparatosa. Solo como último recurso ataca, aunque la agresividad que muestran varía mucho de unas especies a otras.
Ni que decir tiene, que al acercarnos con una cámara a una serpiente venenosa para fotografiarla, podemos provocar que ésta se sienta amenazada. Pese a que la serpiente tiene tan pocas ganas de tener problemas como nososotros, conviene guardar las distancias y respetar las señales de aviso que el reptil nos muestre.
La fotografía es de un ejemplar albino criado en cautividad.
Me ha gustado mucho esta serie de viboras. Mucha buena informacion. No supe que las viboras no pueden oir.
ResponderEliminarsaludos--ted
NO paro de aprender cosas con tus entradas y fotografias. Gracias
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