El Biarum es de esos vegetales 'raritos' que han evolucionado hacia métodos de polinización tan rebuscados, que hacen dudar seriamente de que el mundo haya sido hecho por un diseñador inteligente.
La planta duerme todo el verano bajo tierra hasta que en otoño hace brotar una extraña flor, tan extraña que la gente normal ni siquiera la toma por una flor. Los botánicos tampoco, dicho sea de paso. La parte aérea consiste de una 'hoja' de color vino tinto, llamada espata, de la que emerge, apuntando al cielo, un espádice verdoso. Pero la inflorescencia tiene otra parte subterránea donde alrededor del espádice se encuentran las flores femeninas y masculinas, y otras estériles, diseñado el conjunto de tal forma que junto con la base de la espata forma una trampa en la que es fácil entrar pero dificil salir.
La 'flor' emite un intenso aroma fecal que atrae a las moscas coprófagas. Estas se posan en el espádice y atraídas por el 'aroma' descienden al interior de la planta. Como ya he dicho, entrar es fácil, pero salir... para salir hay que pagar un tributo en forma de polen. La entrada a la 'mazmorra' subterránea de la flor es estrecha, tamaño mosca digamos, y para entrar han que pasar por una zona donde hay unos 'pelillos' orientados hacia abajo, de forma que al descender la mosca pasa sin dificultad, pero cuando intenta volver a salir va 'a contrapelo'. Solo cuando una mosca entra con polen de Biarum y fecunda a las flores hembra, se activan las flores macho que cubre de nuevo de polen a las pobres moscas, que recordemos siguen dando vueltas dentro de la flor buscando el origen del olor y la salida, y se marchitan las estructuras que hacen fácil la entrada e imposible la salida, liberando a las moscas cubiertas de polen de su prisión.

Escarabajo estercolero no identificado
que encuentra embriagador el fétido aroma del Biarum
Sierra de Cabra (Córdoba), octubre 2010.
Cuando la evolución del Biarum desarrolló este ingenioso sistema de secuestro de moscas y liberación a cambio de polinización, no contó con que las moscas no son los únicos insectos interesados en los excrementos.
Me quedé un rato observando al Biarum por si podía fotografíarlo con alguna mosca atraída por la planta. Pero el que apareció fué un enorme (comparado con las moscas) escarabajo estercolero que sin pensarselo un segundo se empotró entre el espádice y la espata del Biarum. El escarabajo era considerablemente más grande que el espacio que había para entrar, pero estos escarabajos son como bulldozers blindados acostumbrados a perforar profundamente el duro suelo para enterrar sus bolas de estiercol, y cual elefante en cristalería, se abrió paso, literalmente, flor adentro. Se oía el crujir de los tejidos del vegetal desgarrados por las poderosas patas excavadoras de la bestia, y no quiero ni pensar lo que pudo ocurrir en la 'mazmorra' con las pobres flores femeninas y masculinas de la inflorescencia, o con las posibles moscas que allí hubiera secuestradas.
Ya que no me había dado tiempo a fotografiarlo cuando entraba, esperé un poco por si volvía a salir, pero no apareció. Lo mismo siguió perforando hacia abajo en busca del estiercol.
Quién sabe...
Nota: Me comenta Bibiano Montes, de Mirando Plantas, que probablemente se trata de Biarum carratracense ( Willk.) Font Quer, pero que es difícil asegurarlo sin diseccionar la parte subterránea de la flor.