Clase: Insecta
Orden: Coleoptera
Familia: Lampyridae
Género: Nyctophila
Especie: Nyctophila reichii (Jacquelin du Val, 1859)
Quien más, quien menos, recuerda en su infancia noches de verano en las que los prados, setos y bordes de caminos se poblaban de pequeñas lucecitas verdes. A veces eran tan numerosas que los setos semejaban árboles de navidad engalanados de bombillitas.
Toda la belleza, encanto y magia de estas luces fantasmagóricas se disipaba al iluminar con una linterna al responsable. En lugar de un hada u otra criatura similar, que era lo esperable, aparecía un bicho oscuro y de aspecto siniestro y poco tranquilizador: la luciérnaga.
Entre la población existe la percepción generalizada de que ahora hay menos luciérnagas que antes. De hecho, personas que las recuerdan de su niñez afirman que hace años que no ven ninguna. Sin embargo no hay estudios científicos que aclaren si este declive se está produciendo y cual es su magnitud.
Tal vez hay en la actualidad menos luciérnagas, tal vez simplemente nos fijamos menos. Tal vez la tremenda contaminación lumínica de los alumbrados de las ciudades y pueblos nos impide verlas, de igual manera a como nos impide ver las estrellas.
En la Península Ibérica hay 10 especies de luciérnagas, pero es poco lo que se sabe de ellas. Las luciérnagas son depredadores especializados, 'cazando' caracoles y babosas a los que disuelven inyectándoles jugos gástricos antes de sorber la papilla resultante. No es agradable ver comer a una luciérnaga. Su desarrollo dura dos años y tanto las larvas, como los adultos, como los huevos emiten luz, aunque esto varía según las especies, sin que se haya encontrado explicación al por qué las larvas emiten luz en determinadas circunstancias, aunque parece evidente que en ocasiones, larvas y machos encienden su luz como mecanismo de defensa. En el caso de las hembras, que son las que emiten la luz más potente y las que son claramente visibles a distancias de varios metros, está probado que usan su luz con fines reproductivos, para atraer a los machos.
De ser cierto que cada vez son más escasas, esperemos que nuestras luciérnagas no se apaguen para siempre... o las noches de verano serán mucho más oscuras.
Instructivo, interesante y ameno...
ResponderEliminarEn el fondo es así. Hasta del interior del ser vivo más horrendo brota una luz. Es cuestión de saber mirar y ver.
Saludos compañero.
Una entrada muy interesante. Yo, aun siendo de pueblo, y casi de campo, no las he visto nunca, que yo recuerde.
ResponderEliminarUn saludo. Tu blog me resulta imprescindible.
Durante mi niñez vi millones de luciernagas, y aprendi rapido que si las atrapabas morian al poco tiempo. Es cierto que parece baja la presencia. Recuerdo mas tarde, en Capilla del Monte, ver miles de estrellas y de luciernagas confundirse en el monte.
ResponderEliminarAhora estoy volviendo sobre estos compañeros y creando esculturas que se les parezcan.
Gracias por las imagenes.