Clase: Amphibia
Orden: Anura
Familia: Bufonidae
Género: Bufo
Especie: Bufo bufo (Linnaeus, 1758)
Besar a un sapo es, como poco, una práctica de riesgo. Las probabilidades de que se convierta en un príncipe deben ser reducidísimas, y se corre el riesgo de absorber las sustancias cardiotóxicas que exudan por su piel.
Mejor es admirar a un noble animal, muchas veces infravalorado, y dejarle ir, sin hacerle daño y sin besuquearlo. Bastantes problemas tienen ya los pobres.
Adoro los sapos. Y tienes una fotos muy buenas en tu blog. Me lo guardo en mis favoritos :-)
ResponderEliminarSaludos,
Lille Skvat
http://lilleskvat.blogspot.com/
Gracias Lille Skvat, los sapos son animalitos muy simpáticos, pero incomprendidos por la mayoría de la gente... saludos.
ResponderEliminarNo tenía ni idea de que exudaban sustancias cardiotóxicas.
ResponderEliminarNo es que pensase besar a alguno, pero es bueno saberlo.
Saludos.
Pues sí, casi todos los anfibios son venenosos en mayor o menor grado.
ResponderEliminarEl sapo común (Bufo bufo) si es molestado segrega por las glándulas de su piel (las verrugas) un líquido lechoso que contiene
"gran variedad de compuestos incluyendo bufodienoles (glucósido de acción
sobre el corazón), bufotoxinas (actúa sobre la bomba Na+/K+ a nivel del
corazón), catecolaminas (adrenalina y noradrenalina)", sustancias muy
tóxicas y que en caso de ser ingeridas o entrar en contacto con las mucosas de la boca pueden producir:
"Irritación mucosa oral
Salivación
Dolor abdominal
Depresión y decúbito esternal
Convulsión
Irregularidad ritmo cardiaco
Edema pulmonar
Cianosis disnea
y
Muerte"
Fuente: REDVET. Revista electrónica de Veterinaria.
Las personas corremos poco peligro porque porque no solemos andar por ahí mordiendo a los sapos, pero sí hay que tener cuidado con los perros. Un perro pequeño que mastique a un sapo puede morir en 15 minutos si no recibe atención veterinaria, y su dueño muchas veces ni siquiera llega a saber la causa.
No pasa nada por tocarlos, pero hay que acordarse de lavarse las manos antes de llevárselas a la boca o a los ojos.
En Arizona vive un sapo que la gente lame porque su veneno produce alucinaciones que nada tienen que envidiar al LSD. Práctica poco recomendable, por cierto.